El dolor en el pie relacionado con la actividad deportiva es cada vez más frecuente, tanto en pacientes jóvenes como en mayores. La práctica deportiva, desde caminar hasta correr maratones, puede provocar una sobrecarga mecánica (estrés) en nuestros tejidos (músculos, tendones, huesos) que pueden acabar lesionándose. Una vez que se producen dichas lesiones, su tratamiento y recuperación pueden llegar a ser desesperantes, obligando al paciente a abandonar durante largos periodos de tiempo su actividad deportiva que tantos beneficios físicos y mentales le ha producido.
Las lesiones por sobrecarga más frecuentes en el pie y tobillo son las fracturas de estrés (metatarsianos, astrágalo, calcáneo, etc) y la sobrecarga de los tendones (fascitis plantar, tendinopatía del tendón de Aquiles, del tendón tibial posterior, de los tendones peroneos, entre otros).
El diagnóstico de estas lesiones lo realiza el médico especialista, basándose en la historia clínica, la exploración física y las pruebas complementarias (radiografías, ecografía y resonancia magnética).
Lo más importante en estas lesiones es el diagnóstico precoz, es decir, detectarlas en su inicio, ya que de esta manera la recuperación será mucho más rápida y completa. Cuando estas lesiones se hacen crónicas (más de 6 meses de evolución), el tiempo de recuperación se alarga mucho, y en ocasiones, pueden quedar secuelas que hacen que el deportista tenga que abandonar su actividad o cambiarla por otra de bajo impacto. Por todo ello, recomendamos que se recurra al especialista ante los primeros síntomas.
Radiografía que muestra una fractura de estrés del 2º metatarsiano en una mujer deportista.
Otro aspecto no menos importante es la prevención de dichas lesiones. Para ello el especialista debe conocer cuales son los factores de riesgo más importantes, con el objetivo de tratarlos o modificarlos. Éstos pueden ser extrínsecos o intrínsecos. Los primeros son externos al individuo, como el tipo de actividad que practica (los deportes de carrera de larga distancia tienen más riesgo), la intensidad (a mayor intensidad, mayor es el riesgo), el tiempo de recuperación entre las sesiones (cuanto menos tiempo, más riesgo), el tipo de terreno (cuanto más duro o irregular, mayor riesgo de lesión) y el calzado (el calzado inadecuado para la actividad o gastado aumenta exponencialmente el riesgo de lesionarse). Los factores intrínsecos son aquellos dependientes del propio individuo, como son las dismetrías de los miembros inferiores, una mala alineación de las extremidades inferiores, como las alteraciones de rotacionales de las caderas, deformidades a nivel de las rodillas (genu varo u valgo), anomalías del pie (pie cavo, pie plano, hiperpronación), acortamiento de gemelos, osteoporosis, entre otros.
El especialista debe ser capaz de reconocer estos factores en sus pacientes para corregirlos, evitando así la aparición o reiteración de las lesiones por sobrecarga. En ocasiones puede ser tan sencillo como realizar estiramientos de determinados grupos musculares, cambiar de terreno o calzado, descansar más tiempo entre las sesiones o corregir las deformidades de los pies con plantillas personalizadas.
Cuando la lesión está presente es necesario disminuir o modificar la actividad deportiva hasta que mejoren los síntomas. El tratamiento rehabilitador tiene un papel muy determinante en las lesiones por sobrecarga. La utilización de la magnetoterapia y las ondas de choque, entre otras terapias, ofrecen muy buenos resultados. Para los casos que no responden a los tratamientos anteriores, estarán indicadas las terapias biológicas como las infiltraciones de plasma rico en plaquetas o células madre, por su capacidad regenerativa. Por último, cuando todo lo demás falla, estaría indicada la cirugía.
Coordinador Unidad Pie y Tobillo Clínica HLA Vistahermosa.
